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El Museo Diocesano presentó ayer las últimas salas renovadas en una jornada de puertas abiertas

Más de 250 personas participaron ayer de la jornada de puertas abiertas para contemplar el resultado de la finalización de los trabajos de musealización de las últimas salas del Museo Diocesano de Tarragona —Renacimiento, Barroco y Época contemporánea—, con las cuales se logra uno de los objetivos principales que se marcó, ahora hace tres años: reordenar, dignificar y dotar de un relato diacrónico el museo, para presentar la cultura material y artística cristiana de la Iglesia de Tarragona desde la época paleocristiana hasta el siglo XXI.

El Museo Diocesano está formado por cinco salas, que ofrecen un recorrido cronológico, desde época prehistórica hasta el siglo XXI. Los orígenes de las colecciones se remontan a mediados del siglo XIX, a pesar de que no fue fundado hasta el año 1914. En aquel tiempo, el arzobispo Antolín López *Peláez lo inauguró con un fondo que constaba de objetos litúrgicos y obras de arte procedentes del Capítulo Catedralicio, de parroquias de la archidiócesis, de congregaciones religiosas y de particulares. Con el tiempo, las colecciones han ido creciente y actualmente ya se conservan cerca de 10.000 objetos.

Del Museo, que conserva objetos litúrgicos de los siglos VI-VII y tallas del siglos XII y XIII, destacan sus colecciones góticas (siglos XIV-XV), especialmente de pintura, escultura y orfebrería, entre las cuales se pueden encontrar obras de autores de la corriente internacional tan destacados como Bernat Martorell, Jaume Ferrer II o Lluís Borrassà. Del renacimiento, el Museo expone obras de producción local, mientras que del barroco (siglos XVII y XVIII) sobresalen las obras de Lluís y Francesc *Bonifàs y Massó.

 

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